Pero tras, la consolación que le esperaba, aquel espectro negro creó un oasis con sendas palmeras altas y frondosas con una mujer vestida de oro y escarlata, cargando un cántaro repleto del vino más dulce y jugoso que existía en la faz de la tierra. El novio no pudo hacer más que mirar esta silueta seductora de mujer. Tal vez pensó, un poco de vino no le vendría mal en tan árido desierto. Mas la novia se negó, pues ella no veía nada . “No creo que sea una buena idea”, le repetía y repetía. Bebe de mi vino, y hazte mi siervo. Bebe de mi vino, y con besos te elevo, le recitó en su mente y su corazón. Su cuerpo se estremecía cada vez que se acercaba a ese oasis. Bebe de mi vino, y hazte mi siervo. Bebe de mi vino, y con besos te elevo. Algo en sí reconocía la treta, pero por un momento, no le importó.
Mas de senda vez, una pared de ángeles dividió, y fuertemente agarraron la cintura a José sin partírsela. La voz de sus versos seducotres disminuía cada vez que se acercaba a ese cántaro. Cuando estuvo a punto de tocar los labios, sacudió la cabeza, y dijo con fuerza:
—No!
Ese cántaro se transformó en una serpiente. Y esa serpiente estaba intenta por matarlos. de un brinco, de una ptada, la serpiente mordió el talón del novio. Aunque la condenada se fue, ya el daño estaba hecho: su veneno corría por las venas, inhibiendo paso a paso de su cuerpo, y destruyendo todos sus vasos sanguíneos. cayó rendido de casa, tragándose la arena. el veneno cerraba su tráquea, y se le dificultaba la respiración. Corría por sus venas. Corría por sus riñónes. Corría por su cerebro, por el resto de cuerpo. Aguatnaba el cuello con sus manos sin saber por qué.
—No!— gritó la novia desconsolada cuando lo vio muriéndose bajo el polvo. Se bajó bajo la mula, y corrió con la myor rapidez y delicadeza posible— aunque no podía hacer mucho por su condición. —¡¿Qué has hecho?!— reclamaba con pena. Ella temblaba de miedo, atribulada, mientras su catatónico esposo lucía aún más pálido y cubierto por rigor cada segundo. No había forma alguna para sacar ese veneno tan rápido, para salvarle la vida. Solo pudo pensar en un beso, pero ¿qué haría, si éste sería su última ocasión?