Though the fig tree does not bud and there are no grapes on the vines, though the olive crop fails and the fields produce no food, though there are no sheep in the pen and no cattle in the stalls, yet I will rejoice in the Lord, I will be joyful in God my Savior. -Habakkuk 3:17 & 18, NIV
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Su mente pensó: “Sos muy débil...morirás en un poco”, y le recordó a ella de cuantos numerosos accidentes Rufina tuvo en su corta vida: un ahogo en las playas del Uruguay; un ahogo con pescado en un Viernes Santo; una deshidratación en el laundry lleno de coreanos y vietnamitas en la Fifth; un susto de cáncer del seno al regresar a la Argentina, y otro susto por no moderar su lengua cada vez que pasaba por el ESMA. Su dolor regresó. ¿Dónde estaba el maldito andador? Su presión aceleraba. Ella respiraba. Nadie la esuchaba. Nadie le hacía caso. Bizqueó sus ojos para ver el reloj—eran las once y veinte. Menos mal que se encontró con el cuarto de visitas...el único cuarto donde ella nunca entró desde el 1989.
Cuando Ricky Martin seguía cantando sobre su vida loca en la radio—que, si mal no recuerdo, eran las ocho y treinta y nueve—, Rufina comenzó a hacer una lista de todas las cosas que la hacen sentir aparte de los residentes de Porvenir. Todos tutean; ella vosea. Todos se conocen; Rufina vive allí desde hace diez años, y apenas conoce el primer nombre y apellido de una decena de personas, asistida por una libreta describiendo los rasgos más pertinentes sobre cada uno de ellos. Todos disfrutan de arroz con gandules, lechón y dulce de leche; sus dentaduras sólo la dejan disfrutar de empanadas y el mate carísimo que su vecino Roger le consigue cada vez que hace compras en el autormercado. No se hacía sobresalir en el vecindario, pues su artritis no la permitía moverse como ella lo hacía. “Mirá, vieja: ¿vos sos peronista?”, le gritaba un maldito ajuma'o que se cortó con una botella de cristal mientras la tiraba hacia el piso. “Mamita, ¿querés fumarte algo, ca--?”, le gritó su bufón compañero en viaje cuando, de pronto, su boca fue regurgitada con el chorro nivel-uno de una manguera que, por alguna razón, la mantenía escondida en una marquesina —y todo su alcohol y hierbas especiales se fueron al infierno, y no tuvieron otra oportunidad que huir y encontrase con Linda Sara al final de la calle. “Definitivamente”, declaraba ella en tono de exasperación, “yo no me mudé aquí por la seguridad.” Cuando miró su reloj, ya eran las nueve y cuarenta y ocho: ya pasó su hora de dormir. Entre la avenidas Jobos y Gautier Benítez del barrio Porvenir de Alfaguara, vivía la señora Rufina Keating en una casa poco dilapidada. Ella miraba en el balcón. Suspiraba. Se reía con los pibes que se reían con ella. De unas sonrojó cuando don Paquito la coqueteaba y le decía: “Fuiu-fuiu! Señora, usté' h'tá elegantísima en e'hta noche tan eh'pecial. ¿Me haría u'hté el honor en recibir el nuevo milenio en mi choza?”, a lo cual le replicaba: “Gracias, don Paco, pero no observá vos que espero a mis nietos?” “A pue' bien, señora”, le contestó mientras escurrió su mano dentro de las rendijas del balcón para acariciar las manos delicadas de la señora Keating. “Gracias, mi vida. Que pases un feliz año nuevo, vos también.” Don Paquito inclinó su sombrero vueltiao y caminaba hacia la Gautier Benítez mientras se ajustaba su chalina de año nuevo, como dicta la tradición alfaguereña. Ella se sonrió mientras tomaba su taza de café y observaba cómo las familias inviduales se preparaban para el año nuevo. Y he aquí, mintió descaradamente: ella no tenía nietos (los retratos de niños que ella tenía venían con la compra del recuadro), ni mucho menos alguna familia que la sobrellevara. De sólo pensar en esto, se le nublaban los ojos. Todos sus vecinos celebraban el nuevo milenio, y ella...sola. Apenas los Castro llegaron de comprar todos los ingredientes necesarios para la paella. Los Acabá contrataron a MC-Chaco y sus Punta Girls. Los Marichal eran Testigos de Jehová, pero la rebelde Linda Sara se estacionó en la casa de los Marcano para recibir el autógrafo de su ídolo, MC-Chaco. Y he aquí, ella se encontraba sola, aunque su cara nórdica y piel de olivo gastado declaraban que ella era una sobreviviente. So do not worry, saying, ‘What shall we eat?’ or ‘What shall we drink?’ or ‘What shall we wear?’ -Mathtew 6:31, NIV Let our lord command his servants here to search for someone who can play the lyre. He will play when the evil spirit from God comes on you, and you will feel better. -1 Samuel 16:16, NIV He’s the One you must praise—He’s your God who has done such great and amazing things for you, as you’ve seen with your own eyes. -Deuteronomy 10:21, VOICE Then Moses stretched out his hand over the sea, and all that night the Lord drove the sea back with a strong east wind and turned it into dry land. The waters were divided, and the Israelites went through the sea on dry ground, with a wall of water on their right and on their left. -Exodus 14:21 & 22, NIV |
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