La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. (Lucas 8:14)
Uniéndo, será placeres de la vida.
El versículo cae en la parábola del sembrador, en Lucas 8. El sembrador riega la semilla -la Palabra de Dios- por distintos lugares. Hay semillas que caen en el camino, pero son llevadas por el diablo- Satanás les quita la Palabra. Hay semillas que caen en la piedra, que crecen pero luego se desbaratan- la Palabra prosperó, pero se secó a la hora de la prueba. Hay semillas que caen en espinos, pero los espinos crecen y son ahogados en ella; oyen la Palabra, pero son ahogados por las faenas diarias y otras situaciones.
Pero… la semilla cae en tierra fértil, luego crece en abundante fruto. (Uds. saben lo que quiere decir ya.) Crece a ciento por uno.
Pero, algo aprendí cuando busqué el versículo en estos minutitios en Internet.
La forma de que la Palabra fertilize está en mi.
No hay placer -repito- NO HAY PLACER- que me quite vivir en santidad con Dios.
NO hay placer que me quite serle fiel.
Sólo dejo que los placeres (mundanos) me quiten de Dios cundo dejo que se fertilizen en mí, no la Palabra.
No todos los placeres son malos, no. Tomo placer en Dios, mi familia, mis estudios. Pero, no hay placer que sea más grande que Dios.
Nada te detiene.