Tu reino eterno hubiese sido como las rocas.
¡Cuánto odio tu reino pretende excitar!
Así lo puso en tus manos solicitando honbra.
Aún siendo rey, te contesto como igual,
aunque te escondas en el reino con mil borlas.
señales de esclavo, en actitud romperá--
a Dios sirvo, desgracia mantienes toda
la tempestad, caerá la edad astutta y contrista
de tu falsedad santurriona y pedorra.
En abismo de maldades pereces sumido
porque la ira de Dios que los vivos adoran
entre los mortales maltratados del destino
reflejan la esencia única y perturbadora
enviando incitación de la desgracia.
¡Oh, rey, acab, has tú desfallecido tu gloria!
Quebrantaste el pacto con la deidad de falacias
buscando morir tu quebrantada memoria.
¡Qué astucia tienes de comprar tu salvación!
¿creerás que Dio sse complace con tus rosas?
No es tu viña, ni agradecerá tu canción.
Heme aquí: apártate de tus pecados ahora
que la sangre de nabot absorbe la tiera
y bebe como ablución caliente de su copa:
sangre que soberbia brota de las piedras
y en cuello inaudito de mujer las piedras brotan.
por juzgar con los sauces de cáliz de la ira,
tu descendencia pagará la vida preciosa
que tus manos desecharon el Baal y mentiras,
sojuzgando el pueblo entero en frígidas esposa.
Y tú, Jezabel, mujer fenicia atrevida,
perros han de desgarrar tu cuerpo de goma:
huesos, narices, boquillas y mantequilla.
Vomitarán tus uñas y las aves rapiñas
comerán tu descendencia por millar de horas.
Selah: plomada de palabras cargo en mi boca.
Ido el profeta, Acab en silencio humillado,
Jezabel en las arras del corazón temblando,
no hubo pareja que tomó rumbos tan distintos:
Acab, en silicio, escondido en las cuevas,
pidiendo por sí y por su generación clemencia.
El profeta reveló profecías divinas
y el juicio descansará hasta el fín de sus días.
Jezabel, por tanto, soberbia consumida,
ataviada en antimonio y perlas finas--
defenestrada con piel consumida por perros
que jugaab con manos, pies y huesos.
En la viña de Nabot, quitaron hortalizas;
se secó el vino, cumpliendo una profecía: