La novia recordó esas dulces palabras del arcángel: Hijo del Altísimo, Trono de David, Casa de Jacob...Su reino no tendrá fin...“Bienaventurada”, le decía. “Bendita entre todas las mujeres”, era su coro. Con sus ojos cerrados, tocantes al suelo, su cara hecha de dolor, la novia soltó las manos de su novio y acopó una de ellas hacia su barriga y otra en su cara. Ella volvió a irrumpir en grito y llanto, mientras el arrendador se hacía servible como un tapón para su madre. El ángel, tan caballeroso como así se lo recuerda, se arrodilló al suelo para ser de abrazo a la entonces nueva madre. Y ese abrazo se transformó en el abrazo de su novio. En su abrazo, sintió consuelo. En su abrazo, sintió amor. En su abrazo, sintió decisión. Y ella, lo repetía como mantra en su mente: “Heme aquí...Con dolor...Pero, ¡heme aquí!” El novio nunca olvidó su cara cuando su amada le contó la visitación que había ocurrido. Apenas llegó de un largo día de compra de útiles, cuando encontró a su esposa en el suelo, con una pequeña barriga, arrodillada, llorando de emoción y duda y alegría, contandole de su misión especial. “¿Quién te violó?”, preguntó. En ese momento, entró una atmósfera negra moviéndose sobre la atmósfera. Y se notó el desencanto y el enojo que resonó por toda la tierra. Las flores se marchitaron. Las nubes grises comenzaron a dispararse sobre la cosa de Judea. Las fieras del campo y las bestias intentaron espantar tan maligna presencia—y tenía ganas de atormentar la Tierra una vez más. Se llamaba Satanás, y tenía la peor reputación del mundo: de cínico, sádico, y un abusador condenado a la muerte eterna. Desde el primer momento que se enteró de aquella luz que circuló por Judea, lo primero que hizo fue amancillar la reputación de una mujer con una boca bastante floja. Era una señora que, después de ser abandonada por su esposo y su amante samaritano el día de su boda, nunca pudo invertir su alegría en otra cosa que no sea amancillar las reputaciones de otras jovencitas que estaban a punto de casarse. La conocían en Nazaret por su chisme en los mercados; con su comportamiento indeseable, ella misma provocó su isla en medio del gentío. “¡Señora! ¡Ven para acá, doñita, que tengo pescado de Siria, dólares del Líbano, y un chisme dulce para tí!”, se convirtió en su promoción. “¿No te diste cuenta que pasó poquito tiempo para que la esposa de José quedara embarazada? ¡Yo creo que ese no es de él!”, contó la señora. “¡Y que ese hombre honrado, y en su mentecita le queda media grasa!” Los mercaderes la ahuyentaban; los fariseos escuchaban, ellos mientras hacían sus rondas colectivas de piedad, apuntando en sus cabezas cómo podían atacar a esa banda de infieles pecadores. Tenían las piedras preparadas. La mujer indignada volvió a sonreír: ya comenzó su diversión, y ella misma se consumirá en su momento. Pero, tanto el novio como la novia no sabían nada. Continuará...(Originally posted on June 26, 2013.) Now the earth was formless and empty, darkness was over the surface of the deep, and the Spirit of God was hovering over the waters. -Genesis 1:2, NIV, emphasis mine You keep him in perfect peace —Isaiah 26:3, ESV Now Joseph gave these instructions to the steward of his house: “Fill the men’s sacks with as much food as they can carry, and put each man’s silver in the mouth of his sack. Then put my cup, the silver one, in the mouth of the youngest one’s sack, along with the silver for his grain. —Genesis 44:1 & 2, NIV When Jacob learned that there was grain in Egypt, he said to his sons, “Why do you just keep looking at each other?” He continued, “I have heard that there is grain in Egypt. Go down there and buy some for us, so that we may live and not die.” —Genesis 42:1&2, NIV That Hebrew slave you brought us came to me to make sport of me. But as soon as I screamed for help, he left his cloak beside me and ran out of the house. —Genesis 39: 17b & 18 Now Joseph was well-built and handsome, and after a while his master’s wife took notice of Joseph and said, “Come to bed with me!” —Genesis 39: 6b & 7 |
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May 2015
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